jueves, 30 de marzo de 2023

 XI


Sobre las alturas de tu pecho, enhebro mi patria Lejos de las llanuras y los mares Lejos de las montañas y las nubes A través del mar azul navego los confines Y en mis suspiros, vuelan cenizas Desgarradas por la crueldad de mi forma.

Descendí por el talud en los comienzos del cosmos Y mis ojos resplandecieron y me sumieron En sueños salvajes e irracionales; escuché El andar de tu holladura desde el exterior. En el vaho tenue del patio de tu casa Más hermoso que la ciudad de David.

Nunca me pregunté por dónde vagué Y el rayo de mercurio atravesó mi alma Sumiéndome en dulces sueños Yo dormía, dormía Y tú observabas el vaivén repentino Donde evocaba vivencias antiguas y olvidadas.

Sediento de las fuentes del Olimpo Vi imperios majestuosos, Derrumbarse por sus reyes enloquecidos Arquitecturas bellas erguidas con nobleza Resquebrajarse cuando se rompía el mundo Jardines soleados florecían para caer marchitos.

En aquel profundo sueño, vi mi rostro Y no encontré a ningún mortal. Pero mi inquietud navegó más allá en la barca De las leyes que sujetan mi memoria. Quien perdió lo que yo perdí En parte alguna se detiene.

Mortal, efímero... Si lees esto, guarda en ti lo que cuento. Piensa una mañana en lo que he sido, Avivaré el fuego que mantenía encendida Mi espíritu y me esforzaré por Recordar los eones de tu cuerpo.



martes, 28 de marzo de 2023

Los días se sucedían unos tras otros, en un torbellino de alcohol y juventud desenfrenada que me llevaba de un lado a otro sin control. Pero ahora, en el resaca eterna que me consumía, el delirium tremens se apoderaba de mí, sacudiéndome con temblores y sudores fríos, mientras las visiones más extrañas y terroríficas se desplegaban ante mis ojos.

La noche se desplegaba sobre la ciudad y yo estaba solo en mi habitación, rodeado de sábanas sucias y recuerdos amargos que me perseguían sin piedad. La sensación de tener miles de insectos recorriendo mi piel me invadía, deshaciendo mi cuerpo en pedazos que se desvanecían en el aire. Todo por culpa de ella, la mujer que había sido mi gran amor y que ahora me había dejado solo en la oscuridad.

Recordaba con amargura esa última noche juntos, cuando ella me había dado la espalda y me había dejado con el corazón destrozado. Sus palabras resonaban en mi cabeza como un martillo implacable, mientras yo me retorcía de dolor y de tristeza. Había intentado aferrarme a ella, suplicarle que se quedara, pero ella había sido inmisericorde en su decisión. Me había dejado allí, abandonado en mi propia locura.

Y ahora, con el delirium tremens haciendo estragos en mi mente y mi cuerpo, me preguntaba si alguna vez volvería a ser yo mismo. Si alguna vez volvería a experimentar el verdadero amor o si estaba destinado a esta condena eterna. Me sentía como un animal acorralado, perseguido por el mundo entero. Pero a pesar de todo, no podía dejar de pensar en ella. En sus ojos oscuros, su sonrisa, su risa, su cabello negro como el ébano. Aunque sabía que no volvería, seguía aferrándome a la ilusión de que algún día regresaría y todo volvería a ser como antes.

Pero sabía que nada volvería a ser como antes. Que ella había sido mi gran amor pero también mi perdición. Que nunca podría olvidarla, pero que tampoco podría volver a estar con ella. Y mientras me sumergía cada vez más en mi delirio, me di cuenta de que tal vez esto era lo que merecía. Que tal vez esta era mi penitencia por haberla perdido. Por no haber sabido amarla como debía. Por haberla dejado escapar.

12/04/2023 A menudo y de forma extraña, percibimos que la naturaleza efímera y perecedera de todas las cosas es innegable. Nos sumergimos en...